En los años 1920 la psicóloga rusa Bluma Zeigárnik fue a cenar a un restaurante con un grupo de amigos y quedó completamente sorprendida con el camarero, quién recordaba todos los pedidos de cada mesa sin necesidad de anotar en una libreta: huevos revueltos para la mesa 5, tortillas de jamón para la 3, un café para la mesa 8, etc.
Ella pensó que el camarero tenía una memoria sobrehumana, por lo que, cuando horas más tarde se dio cuenta que olvidó su chaqueta en el restaurante, estaba confiada en que el camarero la recordaría.
Sin embargo, quedó sorprendida cuando el camarero no la recordaba, ni a ella ni a ninguno de sus amigos. Y mucho menos sus pedidos. El camarero le explicó que solo recordaba los pedidos mientras estaban pendientes y, una vez despachados, los olvidaba y pensaba en el siguiente.
Bluma Zeigárnik se dedicó a estudiar el fenómeno e hizo una serie de experimentos. En su experimento más famoso, separó dos grupos de adultos y les encomendó una serie de tareas sencillas como apilar cajas, hacer figuras de arcilla o resolver rompecabezas. A un grupo lo interrumpía antes de que terminaran la tarea para que pasaran a la siguiente, mientras que a otro grupo, les dejaba terminar antes de pasar a la siguiente.
El grupo que era interrumpido, se incomodaba y no quería cambiar de tarea, además, cuando les preguntó por las tareas que realizaron, recordaban más las incompletas que las completadas. Hoy en día esto se conoce como el efecto Zeigárnik:
“Las tareas no terminadas ocupan la mente de la persona hasta que se terminan”.
El efecto Zeigárnik explica porque nos estresamos con cosas del trabajo hasta muy tarde (o los fines de semana), también explica porque nos cuesta desconectar: nuestro cerebro no puede dejar de pensar en esas tareas mientras sigan abiertas. Y, con el actual mundo supercoenctado en el que vivimos (muy diferente al de Bluma Zeigárnik), no podernos desconectar es debido al estrés y los problemas.
La buena noticia es que el cerebro es muy fácil de engañar, por lo que podemos hacer que deje de pensar: basta con cerrar cada tarea para dejar de pensar en ella. Y no me refiero a terminarla, solo a cerrarla.
Supongamos que estás resolviendo un issue muy importante en el código, pero sabes que para terminar te faltan mínimo tres horas más, pero ya son las 7 de la noche y te toca desconectar si no quieres volverte loco. Si simplemente dejas la tarea abierta y pasas a tu vida personal, entonces estarás durante toda la cena pensando en el código; cuando vayas a dormir, estarás pensando en el código, y, si es fin de semana, será mucho peor. Ese código te perseguirá en los momentos que deberían ser para ti.
Lo que tienes que hacer es cerrar la tarea: si sabes que te faltan, por lo menos, tres horas más para terminar, anota los pasos que harías en las tres horas restantes y crea un recordatorio para el día siguiente. Ahora ya terminaste.
Creaste una nueva tarea con los pasos que debes hacer a continuación y, según el efecto Zeigárnik, entonces ahora podrás dejar de pensar en ella y te irás a cenar o pasar tiempo con tu familia sin torturarte la cabeza (y la cordura).
En resumen: trabajar más horas no necesariamente es lo mejor porque terminarás cansado, no dormirás bien y, al día siguiente, no estarás con la energía necesaria para continuar.
En cambio, si tienes un ritual para cerrar tus tareas, al día siguiente podrás continuar exactamente en el punto donde te quedaste y con tu energía al máximo para rendir al 100%. ¡Adiós al estrés!
Está comenzando una nueva semana y es la oportunidad perfecta para poner en práctica estos consejos. Cierra tus tareas y continúa el día siguiente, así tendrás más tiempo para tu familia, tu novia o novio y, por supuesto, para estudiar en EDteam.
Recuerda que el éxito es de quienes perseveran, por lo que entra a ed.team/cursos y comienza cualquiera de nuestros cursos gratis porque ¡te espera un gran futuro!